Ahí estaba yo, en la
cama del hospital, con una rodilla hecha un mapamundi y sintiéndome
idiota por la manera estúpida de caerme. Metí la
rueda en uno de esos baches con gasoil que pago con mis impuestos
para carretera. No iba muy deprisa; eso y el bendito casco (una
vez más hay que insistir. ¿Tanto cuesta entender
que hay que usarlo siempre?), hicieron que todo quedara en un
susto, unos puntos de sutura, algún tiempo en taxi y poder
contarlo a los amigos. Mis colegas venian a verme, los compañeros
de Solo Moto me mandaban las revistas y mi novia me hacía
más carantoñas que de costumbre. Así que
dentro de lo malo, lo hubiera llevado bastante bien, de no ser
por los bienintencionados, amigos, parientes y conocidos que
insistían en repetirme: " bueno, ya has aprendido
la lección. Ahora supongo que te comprarás un coche".
Siempre he sido bastante corto
de entendederas, pero no acabo de asimilar la lección
que he aprendido: ? Que no hay que meter la rueda en baches aceitoso?.
¿ Que nuestra red de carretera asegura una buena cantera
de enduristas?. ¿ Que contribuir no da derecho a exigir?.
¡¡ Ah, ya se !!, que si voy en moto me puedo caer.
Bueno, lo tengo asumido. Y creo que bastante más que otros
asumen sus propios riesgos. Por eso, conduzco con precaución,
uso casco y si no lo veo claro no paso. El resto, depende del
azar, de la casualidad, la providencia y el ángel de la
guarda o qué se yo. Uno se va a bajar la basura, tan tranquilamente,
resbala por las escaleras y ¡ pum ! la rodilla, peor que
la mía. Y estoy seguro que nadie va y le dice: "Bueno,
ya has aprendido la lección, espero que nunca más
volverás a bajar la basura". Y por supuesto nadie
espera de quien ha sufrido un accidente con su coche, que no
vuelva a conducirlo más.
Pero de motocicletas, sí.
Nuestros bienintencionados amigos, parientes y conocidos, suponen
inmediatamente que el golpe habrá servido para abrirnos
los ojos, que nos dejaremos de una vez por todas de caprichos
moteros y nos compremos el seguro y confortable coche, con el
que se producen más accidentes y más diversos en
edad de los accidentados y en causas, que de moto. Pero esto
ya es, harina de otro costal. No se trata, por supuesto ni de
banalizar algo tan serio como los accidentes, ni tan comprensible
preocupación de familia y amigos hacia un ser querido
que ha sufrido un percance. Se trata de, eso sí, de desdramatizar
algo como la peligrosidad de las dos ruedas. Nada, ningún
ingenio humano, es bueno o malo en si mismo. Lo hace bueno o malo, el uso que se le da. La moto no es peligrosa. lo peligroso son algunos motoristas.
Y hay una segunda eterna cuestión.
Desbordados por la evidencia de todo lo anterior, mis amigos,
parientes y conocidos, suelen replicar: "de acuerdo el problema
está en los demás. ¿Que pasa si circulando
tú con toda prudencia, te enrollan?. Pues resulta que
a los accidentes se les llama accidentes, precisamente por esto.
La posibilidad de ser víctima de la imprudencia o de la
ignorancia de los demás, se da también en otros
momentos de la vida, no sólo en los que tienen lugar encima
de una moto. Se pude ser embestido por un camión al ir
a comprar el pan, atropellado por un automovilista borracho paseando
el perro o ser descalabrado por un autobús urbano volviendo
del trabajo. Y eso sin contar los accidentes domésticos,
los laborales y los deportivos. Así que tampoco acabo
de entender porqué resulta que es sólo yendo en
moto cuando corremos peligro.
Supongo que nada de lo dicho
aquí, servirá para que cambien de opinión
los amigos, parientes y conocidos que piensan que deberías
comprarte de una vez el coche, pero al menos, te habremos proporcionado algún argumento con el que justificarte, más
allá de la pura pasión por la moto, algo que para
algunas personas es incomprensible.
Y recuerda; si no has tenido
nunca ningún susto, enhorabuena. Sigue así, con
prudencia y casco. Y si por casualidad, estás convaleciente
de algún percance motociclista, ánimo de parte
de toda la redacción de Solo Moto 30, a recuperarse pronto
para seguir disfrutando, también con casco y prudencia,
de ese maravilloso placer que llamamos ser motorísta.